domingo, 28 de abril de 2013

D. Uvaldo Agulla, bisabuelo de mi amigo Javito, era de Ponteareas,
emigró a Buenos Aires y luego se fue a Salvador de Bahía, no me voy a referir ahora
a su profesión exactamente, sino mas bien al esforzado trabajo de su mujer,
ama de casa que le acompañó en su recorrido emigratorio por la América de los gallegos.
Esforzada mujer como digo, que aun por encima, quería mucho a D. Uvaldo, y para que visualicen mejor
lo que les voy a contar recuerden que él era mucho más alto que ella, por lo tanto nuestra protagonista
era menudita, y muy esforzada en el amor. Resulta que cuando había un enfado familiar, él ponía las manos
hacia atrás y erguía la cara y fruncía el ceño, de tal manera que aumentaba su altura, especialmente la de sus
labios, los cuales, la esforzada mujer, buscaba con ansia, procurando el perdón y la reconciliación,
pero con la altivez y la estatura del marido la pequeñita mujer no podía; de tal forma que el ingenio
la acompaño junto a su pasión, aunque solo fuera en contadas ocasiones: en una de esas rabietas el marido
vio que ella también escondía las manos detrás de sus pequeñas posaderas, y pensaría... esta mujer
me está imitando en mi forma soberbia de reclamar el perdón..., pero no era así, lo que ocurrió fue
en una décima de segundo, sin que el grandullón de su marido tuviese tiempo a reaccionar
ya que las manos las tenía en actitud de comandante y no de soldado, ella sacó sus manos escondidas de su trasero
empuñando una pequeña banquetita de madera, de un solo peldaño, la puso a los pies de su marido, subió el peldaño,
se le colgó del cuello, y le besó, sin dar cabida a la más mínima reacción del "enemigo",
que al cabo de unos segundos y con los labios sellados por el amor, también trajo su manos escondidas de su propio trasero y la abrazó, asombrado por tal emboscada, no tuvo más remedio que reconocer que su pequeñita mujer
merecía todo el perdón o al revés que aquel grandullón, tan difícil de escalar, también merecía ser perdonado en Salvador de Bahía.

viernes, 26 de abril de 2013

D. Manuel Martínez Valcárcel, era viticultor.
En un carro de los antiguos tirado por bueyes, transportaba el bagazo de la uva para llevarlo a casa de su amigo Rafael, que era el “potero” de la aldea, que destilaba el aguardiente todos los años. La nieta de D. Manuel, seguía con curiosidad de niña todos esos procesos, recuerda con agrado los aromas primarios que se desprendían en cada sitio.
También sabía hacer sidra en Galicia, con manzanas según la manera asturiana. Todo esto sucedía en Arantei, parroquia de Salvaterra do Miño, en la frontera con Portugal.

lunes, 15 de abril de 2013


Un familiar de mi amigo Emilio Robles:
Abogado de profesión, un buen día de suerte, le toco el gordo de la lotería, con tal inmensa cantidad de dinero, compro un terreno de arrozales en la albufera de Valencia, su ilusión era hacerse agricultor, unas 250 hectáreas, mucho territorio, muy cerca del Rey una de las fincas más grandes. Cuando llegaron los 90, el estado, expropio la finca de este señor , para colocar unas antenas repetidoras de televisión o radio, a casa el almacén de aperos de labranza y otras pequeñas construcciones así como el inmenso territorio quedaron expropiados. No deja de ser una ironía perder una finca de cultivo por el desarrollo de las telecomunicaciones.

Deogracia Vicente
En un parque de Pontevedra la mujer de un amigo escucho una historia de un desconocido, aparentemente, ese señor era su tío, D. Deogracia Vicente, daba clases de veterinaria en león, adjunto de un catedrático famoso y muy exigente, D. Deogracia era muy trabajador también solo dormía 3 horas al día; pero el caso es que por culpa del catedrático tan exigente muchos alumnos colgaron la materia y no pasaban de curso, o sea se formó un tapón académico en la carrera.
Un día el catedrático tenía que hacer un examen eliminatorio, pero cayó enfermo el día anterior y no podía ir al as aulas, por eso llamó a D. Deogracia, su adjunto, para que hiciera el examen. A la vista del cambio los alumno le rogaron que pospusiera el examen a una hora de la tarde con la excusa de poder hacerlo en mejores condiciones, el aceptó la sugerencia, pues por unas horas el que no había estudiado no podría compensar su falta de previsión. Llegada la hora del examen empezaron a entrar los ciento y pico examinandos del curso en el aula, pero un murmullo fenomenal se estaba formando fuera de la clase, este hizo que don Deogracia saliera al pasillo de la facultad, y cual no sería su sorpresa cuando vio una enorme multitud, como cinco veces el aforo del aula; preguntando por semejante multitud le dijeron que eran alumnos que habían colgado la asignatura pero al enterarse que se presentaba esta oportunidad, avisados por el “tam-tam” del compañerismo estudiantil, decidieron ir al examen… D. Deogracia, que tenía preparado todo, al ver semejante tumulto, y viéndose metido en semejante lío , decidió proclamar el aprobado general . Cundo al día siguiente se enteró el catedrático titular, se enfadó tanto que intento vilipendiar a su compañero desvelándole el mote que le ponían los alumnos: “.. por eso los alumnos te llaman Salvadora”, pero D. Deogracia contestó, como un resorte : “pues a que no sabe cómo te llaman a ti….. grandísimo …” De esta forma quedo destaponada la Facultad de Veterinaria para unos cuantos años.

Andrés Fuster.
D. Emilio funcionario del ministerio de Fomento en Valencia, un día, me cuenta, en relación al arte en las actuaciones públicas, que esta idea de colocar estatuas u otro tipo de instalaciones en las obras del ministerio fue sugerencia de D. Andrés Fuster, así veíamos diversos ejemplos en las carreteras de la Comunidad Valenciana. Concretamente en una rotonda con muros que se hizo en Sagunto, en pocos días aparecieron unas pintadas “grafiteras”, los compañeros del servicio de Emilio pensaron que gracias a la aportación de D. Andrés Fuster podrían hacerse unas pinturas en aquellos muros, pero de forma legal no clandestinamente como unos “grafiteros”, entonces en la oficina se les ocurrió , pues colocamos un recuadro blanco encima de la pintada, en el que ponga: … si queréis pintar estos muros poneros en contacto con nosotros en tal teléfono, al día siguiente llamaron varios artistas que gracias a esta ingeniosa forma de entrar en contacto, recibieron el encargo de pintar aquellos muros de la rotonda de Sagunto, sus firmas grafiteras están allí y son respetados por sus compañeros de oficio.

Escolástica Gázquez (un familiar de mi abuela)

Lucho con honor, como soldado en la guerra de Cuba, esta guerra como acabó en pérdida los soldados volvieron como podían a España, a el le tocó arribar al puerto de Cádiz, y allí quedó, como eran de Velez Blanco inicio la marcha a pie hacia su pueblo, uno de los días de travesía cruzaba un apacible campo, absorto en sus pensamientos, cuando levanto la vista se dio cuenta que tal campo era de ganado taurino, y que algunos torso estaban demasiado cerca, pese al ardor guerrero o miliar pensó que si los astados iniciaban la carga el no podría defenderse bien, con las astucia de la guerra observo con rapidez y vio un poste de la luz lo suficientemente cercano como para que le diera tiempo a llegar, encaramarse y que el asta del toro no le rozara, a cuatro metros del suelo como y viendo esas bestias negras a sus pies, vino el atardecer y como no se iban los toritos, decidió hacer con sus correas y cinturón, improvisando con gran habilidad,
un arnés del cual quedaría colgado toda la noche, ya si pudo dormir algo, cuando llegaron al amanecer los vigilantes o mayorales de los toros a caballo le despertaron y extrañados de aquella curiosa forma de dormir, ya deberían suponer que lo hizo por los toros que ahora ya estaban mas lejos, así lo descolgaron, y el pobre soldado derrotado de la guerra de cuba, pero victorioso de ingenio ante una temporada completa de fiestas taurinas salió victorioso.