Era pescadero en Huéscar, el único en ciertas épocas, traía el pescado de Garucha en Almería,
en carros repletos de hielo por la noche, para anunciar a los del pueblo que había pescado fresco,
lo anunciaba contratando un pregonero. “ aviso al público que acaba de llegar sardina fresca a dos reales
el kilo”. El tal Hilario eran de una proporción desmesurada de cintura
y de un peso que desfondaba al motocarro que conducía, cuando llegaba la Semana Santa,
todo el mundo miraba a ver si le reconocían, los familiares o amigos tras el disfraz de nazareno,
por eso siempre en las procesiones hay cierto cuchicheo: “ahí va fulanito o menganito”,
pero cuando veían aparecer el doble calibre, de la sombra de un nazareno muy especial,
todos decían sin recato: “ahí llega el Hilario”, como si fuera un paso de la semana Santa de todos los años.
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